Vienen desafíos importantes para la agricultura dependiente de los plaguicidas químicos para combatir enfermedades, plagas y malezas. Con el tiempo, hemos comenzado a descubrir sus efectos negativos en los ecosistemas que sustentan nuestras cosechas.
Por: Ana Patricia Luengas, Directora Técnica de Biopunto
A lo largo de nuestra trayectoria recuperando y fortaleciendo ecosistemas, nuestro equipo ha constatando en terreno las consecuencias de la “revolución verde” , gracias a la introducción masiva de agroquímicos a los sistemas de producción, hoy estamos luchando por la conservación de a vida silvestre y la sostenibilidad ambiental a largo plazo.
Investigaciones previas han documentado exhaustivamente los efectos fisiológicos resultantes de los plaguicidas en tejidos vegetales y animales no objetivo
En esta imagen perteneciente al revelador diagrama elaborado en el estudio “Deteriorating microbiomes in agriculture – the unintended effects of pesticides on microbial life” se ejemplifica de manera elocuente cómo los plaguicidas químicos pueden llevar al deterioro del microbioma de las plantas y los polinizadores.
En el extremo izquierdo de la imagen, se ilustra el problema inicial que se pretende controlar mediante el uso de insecticidas, herbicidas o fungicidas. Sin embargo, lo que el diagrama muerstra es que estos productos pueden tener efectos antimicrobiales involuntarios, afectando tanto a las plantas como a los polinizadores.
Diagrama esquemático que ilustra los efectos del microbioma mediados por pesticidas en plantas e insectos polinizadores. Los insecticidas, herbicidas y fungicidas se utilizan comúnmente para prevenir enfermedades en los cultivos y minimizar la interferencia de las plagas en la agricultura. Estos productos químicos son ampliamente populares por sus beneficios perceptibles para la salud y el rendimiento de los cultivos a corto plazo. Sin embargo, sus efectos antimicrobianos no intencionales pueden deteriorar las comunidades microbianas promotoras de la salud asociadas con las plantas y los polinizadores a través de una exposición crónica a mediante la exudación de las raíces de las plantas y el consumo de polen, respectivamente. En última instancia, los efectos de retroalimentación en las especies hospederas tienen el potencial de reducir los rendimientos a largo plazo de los cultivos (mediante la depleción de simbiontes que promueven el crecimiento de las plantas) y las poblaciones de abejas (mediante la depleción de simbiontes que regulan la inmunidad y excluyen patógenos).
Impacto: crisis en los agroecosistemas
Una de las áreas más afectadas es la dieta de los polinizadores. La exposición a polen y néctar contaminados con residuos químicos puede causar alteraciones en el microbioma intestinal de estos insectos, lo que a su vez disminuye su función inmunológica. La susceptibilidad al ataque de patógenos aumenta, y la supervivencia de la comunidad de insectos polinizadores se ve amenazada.
Pero el impacto no se limita a los polinizadores. En el suelo, también se observan alteraciones en los patrones de exudación radicular, lo que a su vez afecta el microbioma de la rizósfera. Esto puede provocar una disminución en el ciclo de nutrientes, afectando la fijación, solubilización y movilización de nutrientes esenciales.
Como resultado, aumenta la carga y el consumo energético en el agroecosistema, lo que finalmente reduce el rendimiento de los cultivos. Este ciclo de dependencia de plaguicidas químicos a lo largo de los años está teniendo un impacto acumulativo en nuestros campos agrícolas.
A medida que pasa el tiempo, se ha notado un “agotamiento” en los agroecosistemas, y este fenómeno puede deberse en gran parte a las alteraciones del microbioma causadas por la aplicación constante de controles químicos y nutrientes de origen químico.
La conclusión es clara: es esencial liberarse de la presión de utilizar controles químicos y abrazar un enfoque más sostenible en la agricultura.
Sobre todo teniendo en cuenta que existe una correlación entre el microbioma del suelo y la salud humana, animal y vegetal, somos lo que comemos y nuestra salud también se ve afectada por la ingesta de químicos presentes en los alimentos.
Los resultados de investigaciones en laboratorios, respaldados por la experiencia en el campo, apuntan inequívocamente a la necesidad de dejar atrás la era de los químicos y avanzar hacia prácticas agrícolas más amigables con el medio ambiente y los recursos del agroecosistema.
El camino hacia una agricultura sostenible es la respuesta a estos desafíos. La salud del suelo, la diversidad de los microbiomas y la protección de los polinizadores son fundamentales para garantizar cosechas saludables y un futuro agrícola próspero.